Compartir la habitación también tenia sus ventajas; por ejemplo, que por la noche podíamos estar charlando hasta las tantas. En algunas ocasiones, a Mario se le ocurrían ideas que me hacían pensar. ¡Eran realmente fantásticas! Por lo menos, a mi me lo parecían
-A un virus dentro de una gota de agua -dijo un día-, la gota tiene que parecerle un universo entero...
Yo seguí pensando hasta que se me ocurrió que los seres humanos somos quizás como liliputienses dentro de una gota de agua y que , por tanto, lo que nosotros consideramos universo es solo una partícula ridícula dentro de un universo infinitamente mas grande.
Recuerdo que la idea me dejo helada. ¿Qué importancia teníamos, entonces, los seres humanos? Que papa y mama estuvieran sin trabajo,¿a quien le inquietaba ese mini problemilla?
Deje de pensar y me metí en la cama de Mario y me acurruque a su lado
-Bueno, esto ya es demasiado -se quejo Mario-. Compartir la habitación no quiere decir compartir también la cama. Largate o te echare a patadas.
-Es que tengo mucho frió- me queje.
-¿Como que tienes mucho frío? -pregunto Mario extrañado-. ¡Esta encendida la calefacción!
-¡Silencio ahí arriba! -grito mama desde su dormitorio.
-¿No es normal tener frió -le dije muy bajito a Mario- cuando caes en la cuenta de que lo que tu consideras el universo solo tiene para otros el tamaño de una gota de agua?
-Entonces, imaginate fuera del universo de la gota de agua -me respondió en el mismo tono, y me volvió la espalda.
Lo intente. no hubo manera. En el universo de Mario no brillaba ni la Osa Mayor.
Y me estremecí.¡Tembló la cama entera!
-¡Estúpida niña pequeña!¡Déjame dormir! -murmuro Mario irritado, y me rodeo con su brazo.
Eso funciono.
Fisgoneado en "¿Oyes el rió, Elin?" de Gudrun Pausewang.
0 palabrejas:
Publicar un comentario